Ahora que ha pasado todo, ahora que lo acaecido se ve desde el prima de la distancia en el tiempo echamos la vista hacia atrás rememorando los momentos más intensos, más brillantes, los más emotivos.
Ahora que ha pasado todo dejamos de echarle cuenta al tiempo aunque éste año poco ha molestado regalando una semana santa soñada con días primaverales de cielo límpidamente azul desde el jueves de pasión al lunes de pascua.
Ahora que ha pasado todo intentamos retener en la memoria esa chicotá de ensueño por la Cuesta del Bacalao o en Santa Ángela. Ahora que las tarjetas de relevos y las papeletas de sitio no tienen más validez que la de servirnos de pasaporte en el tiempo para trasladarnos a un universo de olores y colores que sólo se da una vez al año es momento de sentarse y paladear la intensidad de esos días, la cátedra de lo efímero. Es el momento de abrir las puertas a Morfeo y empezar a soñar hasta el año que viene.
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