¿Estáis puestos, tambores y cornetas, "con la pena cabal de la alegría"?
¿Estáis puestos, tintineos de las caídas de palio, para que hagáis compás con los varales?
¿Estáis puestos, amaneceres de las murallas del Alcázar, para que se recorte en vuestra alboreá el crujío del Cristo del Calvario?
¿Estáis puestos, malvas del atardecer del Viernes en Triana, para que entonéis, como en un cuadro romántico de Barrón, con las túnicas de los nazarenos de la Virgen de la O?
¿Estáis puestos, cielos de Sevilla, azul Carretería, azul Hiniesta, azul Baratillo, azul Estrella, azul San Esteban, azul Montserrat?
¿Estáis puestos, vencejos del Museo, para que le quitéis las espinas al Señor de Sevilla, cuando venga el Viernes quebrando albores?
¿Estáis puestos, tristes balcones vacíos de las casas cerradas y abandonadas, en los que conmemoramos la pasión y muerte de esta Sevilla soñada que se nos va de entre las manos?
¿Estáis puestos, naranjos de Las Penas de San Vicente o del Subterráneo por Doña María Coronel; acacias de las Rondas, rosales de las plazoletas con albero nuevo, geranios que colgáis de los balcones y que seréis acariciados por los enclavados dedos del Cristo de las Aguas?
¿Estáis puestos, muros de cal de los conventos, bronces de las espadañas, faroles de las esquinas, paredes de la Alcaicería, para que pueda caber la inmensidad de los ojos de Madre de Dios de la Palma?
¿Estáis puestos, Puente de Triana, Andén del Ayuntamiento, Compás de la Laguna, Rampla del Salvador, ojivas de San Julián y San Esteban?
¿Estáis puestos, capirotes de la calle Herbolario, antifaces de terciopelo, cinturones de esparto, cíngulos de seda, ropones de los pertigueros, corazas de los armaos, guerreras de los músicos, fajas de los costaleros, dalmáticas de los acólitos, rituales ornamentos de la penitencia?
¿Estáis puestos, lagrimeos de la cera en las tandas de las candelerías, luces de las marías que gozáis de la cercanía de la gracia de la Virgen que como vosotras se llama?
¿Estáis puestos, rayos de la luna entre las palmeras de la Gavidia, esperando a la Vera Cruz de Cristo?
¿Estáis puestos, jarrillos de lata, que de plata sois, y cántaros de los aguaores, que ánforas mejores nunca llevó la Bética al Monte Testaccio de Roma?
¿Estáis puestos, pabilos de las cañas de los Santizos para el supremo arte de encender una candelería, chorreones de los cirios que vais alfombrando de cera la carrera oficial como no lo haría ni la Real Fábrica de Tapices?
¿Estáis puestos, mármoles del suelo de la Catedral, para que sientan el doble repeluco del frío y de la dicha del estreno de Lunes Santo los pies descalzos de los penitentes del Cautivo del Polígono?
¿Estáis puestos, varales maestros y candelabros de cola, respiraderos, faldones y maniguetas, zambranas y trabajaderas, traseras que dais jabón por la Cuesta del Bacalao?
¿Estáis puestos, palcos de la plaza, sillas de Quidiello de la carrera oficial, palquillo de la venia en La Campana?
¿Estáis puestos cristales de los escaparates de la calle Sierpes, para que se reflejen las candelerías?
¿Estáis puestos, damascos de las colgaduras de los balcones donde se atará la palma nueva con lazos de los colores de la hermandad, para que, agarradas sus manos a vuestra barandilla, desaparezca en un instante ese saetero que se santigua en cuanto ha acabado de cantar su oración?
¿Estáis puestos, escalofríos de las marchas, Estrellas y Aguas, Amarguras y Penas, Soleares que nos dais la mano con el pañuelo de encajes de una Virgen?
¿Estáis puestos, oboes y fagotes, voces de la capilla musical de la Quinta Angustia que nos recordáis las viejas placas del Miserere de Eslava?
¿Estáis puestos, muñidor de la Mortaja, llave del sagrario en el pecho del asistente en la Ronda del Jueves Santo; Verónica y Fe de Montserrat; espada del Silencio; pelícano del Amor; rosarios de Montensión; avión de la Virgen de Loreto; antorcha del Prendimiento; palmera de La Borriquita; gallista pluma de Muñoz y Pabón en la saya de la Esperanza?
¿Estáis puestos tíos de la escalera, novias del costalero, amigos del nazareno de Martínez de León, veladores del Salvador, carritos de los niños chicos en las bullas, tizas de los mostradores, sobaduras de los zapatos nuevos del Domingo de Ramos?
¿Estáis puestos, integrantes de la bulla soberana?
¿Estáis puestos, silencios de la calle Francos, esperando al verdadero Silencio del Primitivo Nazareno de Sevilla?
¿Estáis puestos, centenarios papelones de pescao frito del Arenal, pestiños de la confitería de la Campana donde los paladares piden la venia, ruedas de calentitos de plata de Juana en el Postigo y regimientos de soldaditos de Pavía que mandan los coroneles de El Rinconcillo?
¿Estáis puestos, plateados globos de los racimos infantiles de ilusiones, para que cuando La Paz venga por el Parque os sigáis escapando de nuestras eternas manos de niños que piden cera?
¿Estáis puestos, estrenos de los trajes de punta en blanco de los canis con su uniforme de gala, aplausos a las cuadrillas, dedicatorias de las levantás, petaladas de los balcones de los barrios, óles a las saetas, trajes oscuros, chaquetitas azules, mantillas del Jueves Santo, monumentos de los sagrarios de los conventos, corbatas de luto del Viernes en que está definitivamente muerto el Señor de la Caridad cuya mano sangraba aquella rosa en Santa Marta?
¿Estáis puestos, cardos y yedras de la Canina que nos decís que la muerte no es el final ni siquiera de la Semana Santa, porque proclamáis el triunfo de la Santa Cruz en la Jerusalén de Sevilla?
Mira que voy a llamar... Mira que voy a llamar con el bronce de las campanas de la Giralda...
¡Tós por igual, valientes...! ¡Tós por igual, valientes testigos y profetas de nuestra fe según el Evangelio de Sevilla!
Sevilla un sueño levanta...
¡Al Cielo con este cielo
llamado Semana Santa!
(Del pregón de Antonio Burgos, año de 2008)
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