No tengo fotos. Ni tan siquiera una mísera instantánea del día que nos anunciaba lo que nos vendría desde el jueves santo hasta el final de la semana. De modo que os contaré cómo viví aquel día en el que volvía a ser un mero espectador de la jornada.
La decisión de la hermandad del Cerro llega temprano, no me sorprende en exceso teniendo en cuenta la inestabilidad y la lejanía, de modo que todo queda en standby hasta la próxima en cuestión, más o menos como el lunes santo, pero resulta que llega San Esteban, y al contrario de lo que hiciera San Gonzalo, no sale.
Los mensajes por whatsapp se multiplican, en San Benito se lo piensan, al igual que en los Javieres. Para esa hora, y provisto de mi paraguas (en la idea de "si lo llevo no llueve") ya iba yo camino del centro algo cabizbajo. De repente volumen en "El llamador", la junta de los Javieres se ha reunido y toma el atril del altar mayor Maruja Vilches como Teniente Hermano Mayor para dar cuenta de la decisión: "Ha salido empate (...) y vamos a hacer un acto de fé (...) el peso del desempate ha recaído sobre mí y he decidido que nos vamos a la calle".
Notición en la calle ancha de la Feria, los naranjos se sacuden las gotas de los ojos y buscan incrédulos la puerta de Omnium Sanctorum, cuyas hojas metálicas grises como las nubes que dominan el cielo a esa hora se abren para que el sobrio cortejo de ruán siga a su cruz arbórea de guía. Sin embargo: Vuelve a saltar la noticia, llueve a raudales, el diputado de cruz no se mueve del amparo que le confiere el arco de ojiva de la puerta, la cruz queda detenida y los servidores, agarrados a las hojas metálicas grises como las nubes que dominan el cielo a esa hora, no saben lo que hacer. Pasan unos segundos, pasa un minuto, pasan ingluso dos antes de que la cordura haga al cortejo sobrio de ruán negro volver sobre sus pasos y suspender la Estación de Penitencia.
San Benito tampoco sale. Los Estudiantes decide que no va a poner la cofradía en la calle. La Candelaria no da mucha prosa para anunciar lo mismo y en el barrio de Santa Cruz, en vista de lo que había, de lo que venía y de la que podía caer, la hermandad decide que tampoco sale.
Entretanto, en la calle Correduría, en "La Ilustre víctima" tenemos tiempo de decidir el siguiente movimiento al amparo de repostería típica árabe y algún que otro combinado, así como vemos el paso de gente de la Bofetá, la última esperanza. La sombra de 2003 planea sobre el programa de mano.
Antes de que se masifique el personal tomamos rumbo a San Lorenzo sin quitarnos el auricular del oído. Lleva un buen rato sin llover y las nubes grises como las hojas de las puertas de Omnium Sanctorum no amenazan en exceso. La hermandad se toma su tiempo, recesos de rigor hasta que su hermano mayor anuncia que el riesgo ha disminuído considerablemente y que la hermandad, consciente de la posibilidad de algún chubasco débil y disperso, se va a poner en la calle.
El aplauso, como una ola, se inicia en el interior de la iglesia y se continúa en el exterior, en la plaza y hasta por la calle Conde de Barajas.
Las puertas se abren, blancas túnicas de cola copan con celeridad los primeros metros de su recorrido hasta Jesús del Gran Poder. Raudos los ciriales se apostan en la puerta, en la plaza no se cabe, hay ganas de cofradías y eso que no se sabe lo que deparará la segunda mitad de la semana. El Tribunal de Anás salva con maestría el dintel, empieza a chispear, suenan "Las Cigarreras" y la parsimonia se adueña de un saludo calmo y sosegado a la Basílica del Señor de Sevilla. El misterio endereza su rumbo y arría cerca de Juan de Mesa, el chispeo se hace incómodo, las gotitas se hacen goterones y no son tan dispersas, se abre un paraguas, una voz lo reprime, una voz que sale de un cuerpo bien resguardado curiosamente bajo el toldo de El Sardinero, qué fácil es así; la banda empieza otra marcha y el público se viene arriba, vuelta más aliviada y paso largo por Conde de Barajas. El Tribunal de Anás se pierde tras la esquina y cuando pasan los Músicos (no es na errata, he escrito músicos con mayúscula) nos percatamos de que el cortejo de la Virgen del Dulce Nombre no ha salido. Un alma optimista suelta gratuitamente al húmedo viento de la tarde "sólo va a salir el misterio para llegar rápido a la Catedral".
Se hace el silencio, nada más lejos de la cruda realidad unos instantes después avanza bajo una lluvia de miedo hacia su sede canónica el Tribunal de Anás, con Malco y su mano abierta y con el Señor completamente empapado, con posos de agua en los guardabrisa. Y tras Él, el cortejo en orden inverso, por unos momentos creímos en el espírito de 2003 pero la sombra que sobrevoló bajo la lluvia copiosa y la sombra que se materializó no fue sino la del año 2007.
Como sopas cada uno a su casa y Dios a la de "tós", como bien dice mi madre, a secarse, a descansar y a esperar un miércoles santo con otra tónica.
2 comentarios:
Me gusta cómo escribe usted. Un abrazo.
Muchas gracias, y a mi sus fotos. Otro.
Publicar un comentario