Corría el 21 de diciembre del año 1983, España necesitaba una abultada victoria sobre la débil Malta para poder clasificarse para le Eurocopa de Francia '84, en la que a la postre sería subcampeón, y en el estadio Benito Villamarín se obró el milagro.
España llevaba años sin participar en competiciones internacionales pues siempre tropezaba en las clasificatorias. Apenas el Campeonato mundial de fútbol celebrado en España en el año 1982, en el que estaba clasificada por ser anfitriona y en el que dejó una muy mala imagen. Esto había llevado a un total desánimo de los aficionados por su selección nacional. La victoria por goleada ante Malta fue un bálsamo tanto para los jugadores como para la afición, que por fin veía que España podía hacer algo en el panorama internacional si se lo proponía. Aunque a priori no parezca justificado, este partido significó mucho para el fútbol español, y desde entonces las participaciones en campeonatos mundiales y Eurocopas fueron la regla.
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