Devoción de trianero arraigo, el Cristo del Cachorro bendice las calles de su barrio y de Sevilla en la tarde noche del viernes santo hispalense, sobre un calvario salpicado de clavel rojo y lirios morados. Mirando al cielo siempre, con la mirada perdida, clamando clemencia o redimiendose a su suerte... el Cachorro nunca vio ni Sevilla ni Triana (como bien dice la copla).
Ruiz Gijón puso el sello a su talla en el año de 1682 y sobre su denominación de Cachorro en el lenguaje popular hay varias versiones: Unos cuentan que el imaginero, impresionado por la cara expirante de un gitano al que apodaban el cachorro tras una reyerta, plasmó sus facciones en el rostro del Señor y de ahí su apelativo, otros, más místicos, difienden que Dios es como el Rey y Cristo su Cachorro.
Ruiz Gijón puso el sello a su talla en el año de 1682 y sobre su denominación de Cachorro en el lenguaje popular hay varias versiones: Unos cuentan que el imaginero, impresionado por la cara expirante de un gitano al que apodaban el cachorro tras una reyerta, plasmó sus facciones en el rostro del Señor y de ahí su apelativo, otros, más místicos, difienden que Dios es como el Rey y Cristo su Cachorro.
Imágen que ha perseguido a la cofradía en los últimos años, viernes santo lluvioso.
Después de un estruendoso aplauso a su cruz de guía, que llevaba tres años sin pisar el centro de Sevilla, el Cachorro llegó pletórico a la plaza de la Campana.
Todo el viernes santo de 2008 tuvo un caracter especial, tras varios años sin llegar a la catedral.
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