Mañana acabarán las glorias. Se pondrá punto y final a las procesiones marianas que, como rosarios, colmaron las cuentas del calendario en los meses finales de la primavera, el verano y gran parte del otoño.
Una parte del epílogo lo escribirá la hermandad del Amparo de la sevillana parroquia de la Magdalena con su pluma de cuatro zancos paseándose por las calles de su collación.
Reconocida como Patrona y Protectora de la feligresía de Santa María Magdalena desde mediados del siglo XVIII, su fama de milagrosa y la atracción de su bellísima Imagen hicieron que muy pronto esta devoción se extendiese no sólo por toda la ciudad sino por puntos muy distantes de su Archidiócesis e incluso de América Latina.
La otra la pondrá la hermandad de la Reina de Todos los Santos, paseando por las calles del barrio la Macarena el nombre de su sede canónica. Otro paso imponente, otra gloria de esas que todos querríamos sacar y que solo unos pocos son los privilegiados que caben bajo sus trabajaderas.
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