Legó el 2010 un domingo de ramos de esos de libro, soñado, en el que el tiempo no fue el gran protagonista, en el que el cielo era azul topicazo y las cofradías se pusieron en la calle sin dar más prosa de la necesaria y sin llamadas desde la sacristía.
Nos legó un domingo de ramos en el que los parones y los retrasos fueron la tónica general de la jornada
(Sobra la música, para quien lo pregunte)
Siempre recordaré éste pasado domingo de ramos por ser el primero en el que pude disfrutar de sacar al Cristo de las Penas de la hermandad de San Roque.
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