Entramos ya en terreno de Madrugá, y en éste ámbito hay quien gusta de retirarse a descansar y madrugar al día siguiente y quien prefiere empalmar la noche con la madrugada. En éste caso vamos a optar por la opción segunda, pese a que sea demoledoramente agotadora, mas ésto es una vez al año.
Por ello, cuando el paso de la Virgen de la Merced cruce la puerta de la parroquia del Divino Salvador, nos encaminaremos por la calle Cuna hasta Orfila y Lasso de la Vega, haciéndonos un sitio en la plaza del Duque, lo más pegado posible a la confluencia con la calle Jesús del Gran Poder y la plaza de las Cortes para ver el discurrir del Señor de Sevilla.
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