sábado, 2 de octubre de 2010

Descanse en Paz



Hoy era un dia perfecto. La mañana amaneció fresca, algo de rocío en el techo del coche, el centro estaba precioso con una luz de pueril otoño bañando con suave sol los asfaltos y acerados. Los mandados se hicieron con tiempo, con tempo, con pausa, sin prisa, se almorzó tranquilo, se habló del gran acontecimiento que en apenas unos días cambiará el rumbo de mi vida.

El día siguió su curso con total normalidad, una tarde de viernes en el trabajo, sin más jaleo de la cuenta, sin más calma de la cuenta, normal. Una noche sin viento desapacible, tranquila, hermosa como la mañana. Una velá entretenida, sin excesiva gente, sin demasiada bulla, con sillas suficientes y una fuente sin chorrito en la placita de Santa Isabel. Hasta que me lo dijeron. Era lo que menos esperaba escuchar: el capataz Rafael Ariza ha muerto ésta tarde.



Me quedé helado, si desde hacia tiempo su pelo blanco y su silueta encorbada daban muestra de su edad al pie del cañón, no sé por qué no fui capaz de hacerme a la idea. Desde aquí envío un fuerte abrazo a toda la familia, y a todos los costaleros que lo sintieron como parte de ellos. Descanse en Paz.

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