Bajo la maraña de hierros, en medio de la marabunta de autobuses y coches, Sevilla siempre consigue sacar su esencia, como en este caso, la vista de la fuente de la plaza de la encarnación en marcada por un frondoso árbol y un pasillo de setos, cualquiera diria que a tan solo unos metros estan surgiendo unos gigantescos champiñones totalmente antiestéticos.
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