Loco porque llegue ese tiempo. Porque la navidad es bonita y eso, porque el verano tiene su aquel entre copas y arena, porque las glorias son para matar el gusanillo. Pero estamos locos porque llegue el mes de enero, los dedos fríos de nuestro capataz se asienten sobre nuestra cerviz, nos muevan y nos remuevan de costero a fijador de fijador a corriente y de nuevo al costero, por calzarnos los botines, o las tórtolas, o los tenis... por desempolvar el costal (aquellos a los que se les empolve), por desperezarnos y despertar del letargo cofrade.
No hay comentarios:
Publicar un comentario