Primero: Porque es la primera. Aunque no por orden de carrera oficial, en la que es la tercera, la primera (y valga la redundancia) cruz de guía que se pone en la calle es portada por estos nazarenos blancos de botonadura roja.
Segundo: Porque es un marco incomparable. Es un auténtico placer atravesar el parque camino de la Parroquia de San Sebastián y ver cómo la ciudad se va despertando en uno de sus días grandes, las tiendas ambulantes tornan los sombreros y capotes por tambores y trompetas, las hamburgueserías con ruedas echan el ancla a la sombra de la torre Sur de la Plaza de España y camino del barrio van acercándose a la multitud bolas enormes multicolor de globos de gas para los más pequeños.
Tercero: Porque cuando el escuarón de húsares a caballo echa a andar calle Río de la Plata arriba sabes que algo grande empieza.
Cuarto: Porque esa humilde parroquia de barrio desapercibida durante el año es el centro de Sevilla entre la una y las dos de la tarde.
Quinto: Porque los primeros sones oficiales de la semana santa los da una banda de plumines morados, y los da alli.
Sexto: Porque cuando el Señor de la Victoria atraviesa el arco de su puerta y avanza por el atrio sabes que está arrancando ese algo grande.
Séptimo: Porque cuando los ciriales neogóticos se ponen en la calle queda poco para el zénit.
Octavo: Porque cuando de blanco y plata todo se tiñe, cuando la lluvia es de pétalos y, por un día, aunque sea sólo por un día, la Paz vive y reina entre nosotros a modo de Virgen dulce de expresión guapa y de Madre de Dios, y Ésta avanza con movimientos medidos y gráciles entre la multitud, se sabe a ciencia cierta y feacientemente que ese algo grande que empezaba con los húsares, y estaba arrancando con el misterio, ha comenzado de pleno derecho y ya es Domingo de Ramos.
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