La Esperanza de Triana. Manuel López Farfán. 1925.
Fue estrenada en la Madrugá del año arriba indicado, siendo una marcha en la que usa las cornetas aunque de manera distinta a como lo hizo en La Estrella Sublime.
En esta obra Farfán recupera la saeta, recurso empleado anteriormente en “Spes nostra” y que será cultivado y desarrollado posteriormente por otros grandes maestros como Pascual Marquina o Gámez Laserna. En este caso, Farfán instrumentó la marcha para que dicha saeta fuera interpretada por un violín y un clarinete. Además, un fragmento tenía que ser cantado por los músicos a boca cerrada.
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