Tallado por Francisco Buiza en el año 1965. Se trata de un crucificado bajo los cánones del crucificado de Sevilla, con clara inspiración en el del Amor al que nos recuerda su cabeza, con la melena barroca y la densa corona de espinas y, para algunos estudiosos, con cierta similitud con el Cristo de las Almas de la hermandad de los Javieres.
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