La que más me hace ésta pregunta es mi madre, no se a ustedes, lo cierto es que nunca se qué contestarle, le pongo caras, refunfuño y me pierdo en mi habitación e incluso apelo a mi fé cristiana para justificarme.
Lo cierto es que no se por qué soy costalero, lo que sí se es que gracias a ese maravilloso mundo del costal y la trabajadera uno conoce a gente que aunque pasen los años siguen ahi, al pie del cañón.
Es el caso de la foto que acompaña a esta entrada algo egocéntrica y entrañable para mí. Sin duda una instantánea que guardaré como oro en paño en la página de preferidas en mi álbum personal. Y es que los conozco de toda la vida, al uno y al otro, al Huevos (costalero) o a Carlos (capataz) y a Horacio, a mi largo. No tengo palabras para hablar de ellos, todo corazón dentro y fuera de las trabajaderas.
Como todos los grandes momentos, éste fue completamente inesperado, vi una cámara y vi el paso arriado, vi a Horacio por allí delante y nos pusimos un momento, antes de lanzar el flash avisamos a Carlos y el resultado es ese color intensamente cofrade que se respira en la foto, con la entrañable imágen de la Virgen del Carmen de Puerta Nueva.
Acabo como empecé, no sé por qué soy costalero, pero sí se que ese mundo me ha dado lugar a que gente como este forme parte de mi vida.
Mil gracias Mamá, por hacerme costalero.
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