miércoles, 31 de diciembre de 2008

El legado de 2008. Sábado santo roto




Pareció sorprender a todos la aparición de la lluvia. Los Servitas y la Trinidad pusieron sus cruces de guía en la calle sin mayor novedad, el Santo Entierro y la Soledad iniciaron sus estaciones de penitencia sin problemas, pero cuando la corporación trinitaria se adentraba en la Cuesta del Bacalao un tremendo chaparrón descompuso la jornada.


La hermandad de los Servitas quedó partida en dos, el misterio realizó el relevo en la plaza de San Pedro y se plantó de una chicotá en la de San Marcos, la Virgen de la Soledad hubo de buscar cobijo bajo las centenarias techumbres de la Anunciación. La de la Trinidad también se desgajó quedando el misterio del Sagrado Decreto en el Salvador y el resto de la cofradía en la Catedral donde coincidió con los tres pasos de la hermandad del Santo Entierro. La imágen más dantesca quizá la protagonizó tristemente la hermandad de la Soledad al reabrir esa calle fatídica que inaugurase años atrás la Carretería para atravesar lo más rápido posible el trayecto entre la Plaza de la Campana y la iglesia de la Anunciación.
Aunque antes de todo eso, sí que hubo momentos inolvidables:


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